Pablo Correa

Cuestión de prioridades

Economista jefe Banco Santander Chile

Por: Pablo Correa | Publicado: Lunes 1 de febrero de 2016 a las 04:00 hrs.
  • T+
  • T-

Compartir

Pablo Correa

Pablo Correa

El comienzo de 2016 no fue para nada fácil. Durante las primeras semanas de enero vivimos una volatilidad externa inusitada, la que agregó una dosis de realismo brutal a un escenario ya bastante incierto. Sin ir más lejos, en pocas semanas el Ministerio de Hacienda y el Banco Central sinceraron sus expectativas de crecimiento a un 2%, y ¡finalmente! parece que la discusión sobre qué tipo de estructura política y económica queremos tener en el largo plazo se está instalando, más allá del debate coyuntural y el “frenesí legislativo”.

Efectivamente, a pesar de las malas noticias que significan la fuerte caída en el precio del cobre y las alicaídas proyecciones de crecimiento, son estos momentos los que nos llevan a repensar qué país queremos construir. Si hace cinco años se había instalado la sensación de que Chile “ya lo había logrado” en lo que respecta a, por ejemplo, la lucha contra la pobreza, la mantención de un marco institucional público de excelencia o políticas macroeconómicas que eran las mejores del mundo, hoy nos damos cuenta de que en realidad pecamos de excesivo optimismo y que muchas veces nos dejamos llevar más por la percepción de éxito que por la realidad.

Parte de esa misma sensación es la que en mi opinión ha desplazado la focalización de la discusión y diseño de las políticas públicas centradas en los problemas reales de los millones de chilenos que aún viven bajo la línea de la pobreza, hacia la lógica de las garantías universales, sin focalización y pensando más bien en la realidad de una clase media vulnerable. Por ejemplo, cuando la Encuesta Nacional de Campamentos nos señala que el 98% de las 34.000 familias que viven en esta situación (cifra que es mayor a la que había en 2005) no llegan a cursar estudios universitarios, hablar de gratuidad es simplemente hablar en otro idioma. Porque la realidad económica, y esto no se trata de restricciones programáticas, es que aún Chile no tiene la posibilidad de financiarlo todo para todos.

Por lo mismo, es fundamental volver a pensar en las prioridades. Reflexionar sobre qué país queremos construir en el mediano plazo, evaluar realista y rigurosamente cuáles son las verdaderas capacidades de financiamiento que existen (lo que implica pensar en que el peso marginal del financiamiento público depende de la estructura tributaria que se le impondrá al sector privado) más allá de los vaivenes en el precio del cobre. También requiere una dosis de humildad: nuestra política fiscal si bien fue pionera en materia de generación de reglas, hoy necesita una revisión profunda. Este ejercicio conlleva algo adicional, que es saber decir que no. Algo sumamente difícil para cualquier gobierno es justamente eso, sincerar que no se puede financiar todo, que no se puede prometer todo, y que por lo mismo deben existir prioridades y que ciertos grupos de presión deben quedar “a la cola”.

Afortunadamente es un diagnóstico compartido que si queremos realmente tener una sociedad integrada, menos desigual y con mayores niveles de bienestar, Chile debe mejorar su modelo educacional. En materia de prioridades, ¿por qué no garantizamos el acceso universal y la calidad en materia preescolar? ¿Por qué si los más pobres entre los más pobres no acceden a la universidad, no se concentraron los esfuerzos en materia escolar y de formación técnica? Es cuestión de prioridades.

Los números nos indican que Chile aún está a medio camino de derrotar la pobreza. Si nuestra generación -que es probablemente la primera con la capacidad de vencerla- no lo logra, entonces, se nos debería caer la cara de vergüenza ante nuestros hijos y nietos.

Por lo mismo, bienvenidos sean los menores ingresos del cobre, bienvenidos sean los desafíos y las dosis de realismo y humildad. Y que de ellos seamos capaces de cosechar una nueva idea país, como lo hicimos a principios de los noventa, con acuerdos amplios, estables, rigurosos en lo técnico, ambiciosos en sus objetivos, y con las prioridades bien definidas.

Lo más leído